La primera vez que fui a
Granada tendría unos 5 o 6 años, por lo que no recordaba
absolutamente nada de la ciudad. Para mí era una segunda primera vez
en la ciudad andaluza. Fui a visitar a unos amigos que viven allí,
porque nos debíamos una visita y el conocer la ciudad era la ocasión
y el pretexto perfecto. Así es que me monté en un tren, desde
Madrid y 5 horas después (el viaje hasta allá es lento y casi roza
el tercermundismo) llegué a Granada. A partir de ese momento, me
esperaban un par de días de relax y descanso, pero sobre todo, para
disfrutar de una de las ciudades más bellas de España y de la
compañía de personas agradables como Pere, Máximo y José Antonio.
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Fachada principal de la catedral de Granada |
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Una de las plazas con más encanto de Granada |
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Cerca de la catedral hay numerosos puestos dónde se venden especias y hierbas aromáticas que impregnan la zona de una maravilloso aroma |
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Para pasear por Granada, nada mejor que un pantalón corto de Carhartt, una camiseta de color rosa palo de Pull & Bear, unas alpargatas de estampado navy y un bolso grande para llevar todo lo que necesita un turista
Granada está plagada de
palacetes. Algunos están habitados por familias particulares, otros
han sido reconvertidos en encantadores hoteles y otros están
descuidados por la falta de recursos económicos por parte de las
administraciones o de sus dueños. Pero aún así, las calles que
rodean el centro de la ciudad, conforman un laberinto decadente que
refleja el esplendor del que gozó (y sigue gozando) Granada.
Palacio del Tribunal Superior de Justicia en plaza Nueva
Una camisa de tejido ligero con un divertido estampado de paramecios y unos pantalones cortos para seguir paseando por la ciudad. Un outfit formal y adornado con un cinturón flúor que le da un toque veraniego y divertido
Claustro interior del hotel de Santa Paula en el centro de Granada
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Barrios como el Albaicín
o el Sacromonte, quizás los núcleos más conocidos por todos,
rebosan turistas y granadinos por los cuatro costados. Son un
enjambre de callejuelas, algunas bastante angostas, que conducen a
los puntos de la ciudad donde se contemplan las mejores vistas de la
misma. El Albaicín, tal vez con más encanto que el Sacromonto, está
repleto de 'cármenes' que es un tipo tradicional
de vivienda compuesto por otra vivienda exenta rodeada por un alto
muro que la separa de la calle y que incluye un pequeño huerto o
jardín. Desde el punto más alto de este barrio, el mirador de San
Nicolás se contempla la Alhambra entera por no nombrar una de las
mejores puestas de sol del mundo.
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Vestigios árabes en el barrio del Albaicín |
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En esta casa nació Enrique Morente |
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La Alhambra vista desde el mirador de San Nicolás |
Pero
lo que más enamora de la Granada es, sin duda, la Alhambra. Toda una
ciudad palatina andalusí. Se trata de un rico complejo palaciego y
fortaleza que alojaba al monarca y a la corte del Reino
nazarí de Granada. Con su imponente belleza, envuelve al visitante
de tal manera que lo convierte en protagonista de uno de los cuentos
de 'Las mil y una noches'. Un gran monumento que ostenta el título
de ser el más visitado de Europa y que, a pesar de esconderse entre
la vegetación del monte dónde descansa, cuando la encuentras te da
la bienvenida y te abraza y difícilmente te puedes escapar de
su hechizo.
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Vistas del Albaicín desde la Alhambra |
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Puesta de sol desde la terraza del hotel Palace de Granada |
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Palacio de Carlos V en el interior del complejo de la Alhambra |
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Torreones de la Alcazaba |
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Sobre puerta de la Alhambra dice la leyende que cuando la mano toque la llave, la Alhambra volverá a ser musulmana |
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Panorámica de Granada desde la terraza del hotel Palace |
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En el hall del hotel Palace de Granada |
Pienso
repetir la visita porque me quedaron muchos rincones que descubrir y
disfrutar. Granada se convirtió en una dulce y fantástica aventura
en una de las ciudades con más encanto de España.
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