martes, 21 de agosto de 2012

El hechizo de Granada


La primera vez que fui a Granada tendría unos 5 o 6 años, por lo que no recordaba absolutamente nada de la ciudad. Para mí era una segunda primera vez en la ciudad andaluza. Fui a visitar a unos amigos que viven allí, porque nos debíamos una visita y el conocer la ciudad era la ocasión y el pretexto perfecto. Así es que me monté en un tren, desde Madrid y 5 horas después (el viaje hasta allá es lento y casi roza el tercermundismo) llegué a Granada. A partir de ese momento, me esperaban un par de días de relax y descanso, pero sobre todo, para disfrutar de una de las ciudades más bellas de España y de la compañía de personas agradables como Pere, Máximo y José Antonio.


Fachada principal de la catedral de Granada

Una de las plazas con más encanto de Granada

Cerca de la catedral hay numerosos puestos dónde se venden especias y hierbas aromáticas que impregnan la zona de una maravilloso aroma 

Para pasear por Granada, nada mejor que un pantalón corto de Carhartt, una camiseta de color rosa palo de Pull & Bear, unas alpargatas de estampado navy y un bolso grande para llevar todo lo que necesita un turista


Granada está plagada de palacetes. Algunos están habitados por familias particulares, otros han sido reconvertidos en encantadores hoteles y otros están descuidados por la falta de recursos económicos por parte de las administraciones o de sus dueños. Pero aún así, las calles que rodean el centro de la ciudad, conforman un laberinto decadente que refleja el esplendor del que gozó (y sigue gozando) Granada.


Palacio del Tribunal Superior de Justicia en plaza Nueva


 Una camisa de tejido ligero con un divertido estampado de paramecios y unos pantalones cortos para seguir paseando por la ciudad. Un outfit formal y adornado con un cinturón flúor que le da un toque veraniego y divertido


Claustro interior del hotel de Santa Paula en el centro de Granada

Barrios como el Albaicín o el Sacromonte, quizás los núcleos más conocidos por todos, rebosan turistas y granadinos por los cuatro costados. Son un enjambre de callejuelas, algunas bastante angostas, que conducen a los puntos de la ciudad donde se contemplan las mejores vistas de la misma. El Albaicín, tal vez con más encanto que el Sacromonto, está repleto de 'cármenes' que es un tipo tradicional de vivienda compuesto por otra vivienda exenta rodeada por un alto muro que la separa de la calle y que incluye un pequeño huerto o jardín. Desde el punto más alto de este barrio, el mirador de San Nicolás se contempla la Alhambra entera por no nombrar una de las mejores puestas de sol del mundo.


Vestigios árabes en el barrio del Albaicín

En esta casa nació Enrique Morente

La Alhambra vista desde el mirador de San Nicolás

Pero lo que más enamora de la Granada es, sin duda, la Alhambra. Toda una ciudad palatina andalusí. Se trata de un rico complejo palaciego y fortaleza que alojaba al monarca y a la corte del Reino nazarí de Granada. Con su imponente belleza, envuelve al visitante de tal manera que lo convierte en protagonista de uno de los cuentos de 'Las mil y una noches'. Un gran monumento que ostenta el título de ser el más visitado de Europa y que, a pesar de esconderse entre la vegetación del monte dónde descansa, cuando la encuentras te da la bienvenida y te abraza y difícilmente te puedes escapar de su hechizo.


Vistas del Albaicín desde la Alhambra

Puesta de sol desde la terraza del hotel Palace de Granada

Palacio de Carlos V en el interior del complejo de la Alhambra

Torreones de la Alcazaba

Sobre puerta de la Alhambra dice la leyende que cuando la mano toque la llave, la Alhambra volverá a ser musulmana

Panorámica de Granada desde la terraza del hotel Palace

En el hall del hotel Palace de Granada
Pienso repetir la visita porque me quedaron muchos rincones que descubrir y disfrutar. Granada se convirtió en una dulce y fantástica aventura en una de las ciudades con más encanto de España.

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