martes, 19 de junio de 2012

El tan añorado AVE

¿Quién nos iba a decir, hace dos años, que podríamos viajar de Valencia a Madrid en 90 minutos? Pues en pleno siglo XXI y con unos cuantos años de retraso, todo hay que decirlo, ese sueño se ha hecho realidad. El AVE llegó a Valencia, porque en Madrid estaba instaurado desde hacía 20 años, en un momento de máxima tensión política entre los principales partidos de 'la terreta'. Todos, y cuando digo todos, quiero decir que no se libra nadie, querían anotarse el tanto de la llegada de la Alta Velocidad Española a la capital del Túria. Y mientras tanto, el bulgo, el que iba a mantener, sufragar y pagar el trenecito, asistía atónito a una batalla sin cuartel por un puñado de votos.

Pero dejemos las minucias políticas a parte que lo único qué hacen es enturbiar una bonita historia cuyos principales ingredientes son la tecnología, el turismo y la velocidad.

Porque otra cosa no tendrá, pero de velocidad, el AVE entiende un rato largo. El majestuoso convoy que atraviesa los paisajes manchegos que tan bien describió Cervantes en el Quijote, alcanza los 300 km/h. Y además Renfe, quiere presumir e impresionar a a todos los pasajeros, señalándotelo, como el cuentakilómetros de un F1, con números amarillo fluorescente, en unos paneles colocados en todos los vagones y a la vista de todos los ocupantes.

Pero a pesar de lo que corre el trenecito, nadie en su interior percibe esa sensación de velocidad vertiginosa. No. Dentro, entre los tapizados, la comodidad de sus asientos y las ventanas panorámicas, lo que se nota es una sensación de relax o de paz. Como si en lugar de viajar de una ciudad a otra por el motivo que sea, Renfe te estuviera regalando una travesía por lo más profundo de esta España mía, esta España nuestra.

Pero ahora los valencianos no solo podemos viajar hasta Madrid por las vías del tren como único destino. Renfe, por fin, nos ha acercado a las costas andaluzas, a los bellos paisajes del sur de nuestro país, a la ciudades dónde reina la alegría y el jolgorio. Porque ahora, a menos de 4 horas, podemos plantarnos en Sevilla, en Málaga o en Córdoba. Los tentáculos de la red de ferrocarriles españoles va alargándose hasta tocar con sus dedos más y más capitales patrias. Dentro de poco será Barcelona. Y dentro de otro poco, Zaragoza. Así hasta conectar con todas las ciudades que dispongan de un andén para que el AVE pueda llegar y así viajar para conocer, más y mejor, las entrañas de nuestra tierra.

Puede que los precios para poder disfrutar de una viaje o trayecto en AVE, se escape de la mayoría de los bolsillos. Aún me rechinan en los oídos aquellas palabras de la alcaldesa Barberá qué decía que, gracias al AVE, una familia de Madrid, podría venir a Vañencia a pasar el día, degustar una paella y disfrutar de las playas. Desafortunadas fueron aquellas declaraciones porque si hacemos un pequeño cáculo y si suponemos que esa excursión la realiza una familia madrileña de cuatro miembros, a razón de 100 euros el billete de ida y vuelta, más los 80 euros que cuesta comerse un arroz en la costa levantina, ese 'pasar el día' puede salir por unos 600 euros. Es decir, que una semana en Punta Cana, con la pulserita del todo incluído, vale lo mismo que 5 horas en Valencia.

¿Veis? Ya lo he vuelto a hacer. Es que es meter a un político por medio y dispararse la Prima de Riesgo.

En fin, quedémonos con la parte positiva del asunto y es que, cuando todo aquel que viaja en AVE por primera vez, baja de sus vagones, ya sea en Atocha o en la novísima estación valenciana de Joaquín Sorolla, diciendo que “esto es una maravilla” será porque algo bueno debe tener el 'trenecito veloz'. Y esta comprobado que a la mayoría, nos ha robado el corazón.

Más información en:


ttp://www.renfe.com/


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