¿Quién nos iba a decir,
hace dos años, que podríamos viajar de Valencia a Madrid en 90
minutos? Pues en pleno siglo XXI y con unos cuantos años de retraso,
todo hay que decirlo, ese sueño se ha hecho realidad. El AVE llegó
a Valencia, porque en Madrid estaba instaurado desde hacía 20 años,
en un momento de máxima tensión política entre los principales
partidos de 'la terreta'. Todos, y cuando digo todos, quiero decir
que no se libra nadie, querían anotarse el tanto de la llegada de la
Alta Velocidad Española a la capital del Túria. Y mientras tanto,
el bulgo, el que iba a mantener, sufragar y pagar el trenecito,
asistía atónito a una batalla sin cuartel por un puñado de votos.
Pero dejemos las minucias
políticas a parte que lo único qué hacen es enturbiar una bonita
historia cuyos principales ingredientes son la tecnología, el
turismo y la velocidad.
Porque otra cosa no
tendrá, pero de velocidad, el AVE entiende un rato largo. El
majestuoso convoy que atraviesa los paisajes manchegos que tan bien
describió Cervantes en el Quijote, alcanza los 300 km/h. Y además
Renfe, quiere presumir e impresionar a a todos los pasajeros,
señalándotelo, como el cuentakilómetros de un F1, con números
amarillo fluorescente, en unos paneles colocados en todos los vagones
y a la vista de todos los ocupantes.
Pero a pesar de lo que
corre el trenecito, nadie en su interior percibe esa sensación de
velocidad vertiginosa. No. Dentro, entre los tapizados, la comodidad
de sus asientos y las ventanas panorámicas, lo que se nota es una
sensación de relax o de paz. Como si en lugar de viajar de una
ciudad a otra por el motivo que sea, Renfe te estuviera regalando una
travesía por lo más profundo de esta España mía, esta España
nuestra.
Pero ahora los
valencianos no solo podemos viajar hasta Madrid por las vías del tren como único destino.
Renfe, por fin, nos ha acercado a las costas andaluzas, a los bellos
paisajes del sur de nuestro país, a la ciudades dónde reina la
alegría y el jolgorio. Porque ahora, a menos de 4 horas, podemos
plantarnos en Sevilla, en Málaga o en Córdoba. Los tentáculos de
la red de ferrocarriles españoles va alargándose hasta tocar con sus dedos
más y más capitales patrias. Dentro de poco será Barcelona. Y
dentro de otro poco, Zaragoza. Así hasta conectar con todas las
ciudades que dispongan de un andén para que el AVE pueda llegar y
así viajar para conocer, más y mejor, las entrañas de nuestra
tierra.
Puede que los precios
para poder disfrutar de una viaje o trayecto en AVE, se escape de la
mayoría de los bolsillos. Aún me rechinan en los oídos aquellas
palabras de la alcaldesa Barberá qué decía que, gracias al AVE,
una familia de Madrid, podría venir a Vañencia a pasar el día,
degustar una paella y disfrutar de las playas. Desafortunadas fueron
aquellas declaraciones porque si hacemos un pequeño cáculo y si
suponemos que esa excursión la realiza una familia madrileña de
cuatro miembros, a razón de 100 euros el billete de ida y vuelta,
más los 80 euros que cuesta comerse un arroz en la costa levantina,
ese 'pasar el día' puede salir por unos 600 euros. Es decir, que una
semana en Punta Cana, con la pulserita del todo incluído, vale lo
mismo que 5 horas en Valencia.
¿Veis? Ya lo he vuelto a
hacer. Es que es meter a un político por medio y dispararse la Prima
de Riesgo.
En fin, quedémonos con
la parte positiva del asunto y es que, cuando todo aquel que viaja en
AVE por primera vez, baja de sus vagones, ya sea en Atocha o en la
novísima estación valenciana de Joaquín Sorolla, diciendo que
“esto es una maravilla” será porque algo bueno debe tener el
'trenecito veloz'. Y esta comprobado que a la mayoría, nos ha robado
el corazón.
Más información en:
ttp://www.renfe.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario