Una de las ciudades que
más me han llamado siempre la atención ha sido Toledo. Supongo que
será porque la capital de Castilla la Mancha conserva en su casco
histórico numerosos edificios que, desde una magnitud muy diferente, hablan por
sí solos de su historia, su patrimonio, su cultura y que hacen de la
Ciudad Imperial, una de las que más encanto tiene de España.
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El río Tajo a su paso por Toledo |
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Una calle concurrida de Toledo |
Un punto a favor, es la
cercanía de párquings públicos al centro de la ciudad, al menos a
la parte más interesante turísticamente hablando. Pero si por algo
hay que darle un aplauso a esta urbe es por las escaleras mecánicas
que en su día incorporaron a la ladera del pequeño promontorio
sobre el que se ubica el casco histórico. Es un alivio, sobre todo
en los meses de verano, no tener que subir por las empinadas y
estrechas calles de Toledo, ya que la canícula aprieta de lo lindo,
sobre todo, en las horas centrales del día.
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Catedral de Toledo |
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Palacio Arzobispal |
A parte de ser la capital
de Castilla la Mancha, de conocerla como la Ciudad Imperial por
haber sido la sede principal de la corte de Carlos I; Toledo
también tiene el sobre nombre de Ciudad de las Tres Culturas por
haber estado poblada durante siglos por cristianos, judíos y
musulmanes. Y prueba de ellos es que, durante el paseo por la ciudad, miles son los
motivos judios, como las pequeñas baldosas con el candelabro de los
siete brazos como motivo principal que se asoman timidamente en cualquier recóndito rincón del casco antiguo. Una señal inequívoca de la
mezcla de culturas que convivieron en Toledo.
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Candelabro de los Siete Brazos, uno de los símbolos judíos más reconocidos |
Lo que más me llamaba la atención era admirar y contemplar en la Casa Museo de El Greco, el
cuadro de 'El entierro del conde Orgaz'. Una obra de arte
que había estudiado mucho en mi época de estudiante. Más o menos
conocía la historia que Doménikos
Theotokópoulos había reflejado en el lienzo, pero la belleza de la
pintura me impresinó, me gustó y tuve la misma sensación de
bienestar, por solo 2,50 euros que vale la entrada, que cuando contemplé la Piedad de Miguel Ángel en el
Vaticano.
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El entierro del conde Orgaz de El Greco |
Una de
las partes más interesantes de cualquier ciudad es la gastronomía.
El visitar su patrimonio cultural e histórico es muy enriquecedor,
pero también lo es probar su patrimonio gastronómico. La cocina
toledana es rica en sabores, aromas e ingredientes. La alta calidad
de la preparación de sus platos es conocida en toda la geografía
española y turistas de muchos rincones del mundo se acercan a la ex
capital de España para degustar sus asados, sus guisos y sus dulces. Entre
sus especialidades destacan el cordero asado o guisado, como lo es el
cochifrito, y las alubias
con perdiz
o la perdiz estofada, la caramusa, las migas, las gachas manchegas y
la tortilla a la magra.
Dos de los alimentos que han dado fama a la ciudad de Toledo son el
queso manchego y el mazapán, del que tiene una denominación de
origen propia, el mazapán de Toledo. En esa ocasión, en el
restaurante de la Abadía, uno de los que más fama acumula en la
ciudad, degusté una sartén de huevos rotos y jamón, un surtido de
ensaladas a base de ventresca, brotes frescos, quesos y tomate, un
asado de venado y un pastel de chocolate. Todo un banquete para un
duro día de turismo.
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Un rincón de la ciudad de Toledo que conduce a la plaza de la Catedral |
Por
fin me saqué la espinita de visitar Toledo, aunque solo haya sido
durante unas horas. Pero valió la pena porque pude comprobar in
situ, la belleza y el encanto de la Ciudad Imperial.
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