martes, 26 de junio de 2012

Dos guías de lujo en Nueva York

Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina son pareja y residentes en Nueva York. Llevan en esto de la literatura demasiados años como para considerarlos unos cualquiera. Sus apellidos son sinónimo de buenas historias, pero sobre todo de super ventas. No hay libro de estos dos grandes de las letras españolas que no haya conseguido situarse en lo más alto de las listas de los más solicitados. Y gracias a su buen hacer con la gramática son columnistas, académicos, profesores y escritores de referencia a la hora de querer echar a volar la imaginación con una maravillosa narración.

Antonio Muñoz Molina escribió hace casi una década un libro titulado 'Ventanas de Manhattan'. En él, y a través de sus casi 400 páginas, describia y contaba con un lujo, casi prohibitivo, de detalles como habían sido sus encuentros con la ciudad de Nueva York, desde sus inicios, hasta ahora que se ha convertido en su segunda casa. Esta colección de relatos consigue que el lector acompañe al autor en todas sus peripecias, siendo un personaje más del libro, siempre pegado a sus espaldas, siguiéndolo por todas partes, a cualquier hora y viviendo las mismas aventuras y sufriendo las mismas desventuras que el propio Muñoz Molina.

El escritor jienense muestra, sobre todo para la persona que no ha visitado la ciudad de los rascacielos, todos los entresijos y recobecos de la urbe más famosa del mundo y permite al lector dibujar un mapa casi exacto de los barrios que merodea e inspecciona el autor. Edificios tan conocidos como el Empire State Building o el Chrysler forman parte del decorado que el ganador del premio Planeta de 1991, construye para albergar las más singulares vivencias que un recien llegado a la Gran Manzana pueda experimentar.

soy el ciudadano invisible de un país inexistente, célebre si acaso por la Inquisición, las matanzas de indios, las corridas de toros y las películas de Pedro Almodóvar”, secuencia 77 (p. 338),   

En esta ciudad, Antonio Muñoz Molina ha dirigido la sede que el Instituto Cervantes tiene en Mahattan y es profesor de Literatura en la Universidad de Columbia. Por eso puede permitirse el lujo de escribir una extensa 'biografía' sobre Nueva York. Porque para él ya forma parte de su particular triángulo de las Bermudas: Úbeda, Madrid, Nueva York. Porque la conoce, casi como a la palma de su mano, porque ha vivido allí de una manera muy intensa y porque nadie como él sabe hacernos a viajar hasta allí con la imaginación mientras estamos tumbados en el sofá de nuestra casa.

Lo de Elvira Lindo es otra historia. Digamos que acompañó a su marido hasta la otra parte del 'charco' por amor. Y porque, según cuenta ella en su último libro 'Lugares que no quiero compartir con nadie', puede trabajar desde casa.

Este libro está escrito con un tono que ya es habitual en la escritora gaditana. Lindo narra su vida en Nueva York de una manera muy distinta a la de Muñoz Molina. La creadora de Manolito Gafotas es mucho más graciosa y distendida a la hora de narrar sus aventuras en la Gran Manzana. Además, y a pesar la intencionalidad de del título de la obra y a pesar de que realmente Elvira Lindo no quiere que nadie más que ella conozca los lugares que conforman su vida cotidiana, nos hace un extenso repaso por todos aquellos lugares, restaurantes, pubs, tiendas, calles y barrios por los que pasea, vive y se siente feliz. No es una guía de viajes ni un referente para alguien que vaya a visitar Nueva York. No. Al final, y como según ella misma confiesa, un escritor se basa en lo que vive día a día para crear sus historias. En definitva, usando un matiz parecido (aunque algo más serio) que en sus famosos 'Tinto de verano', la ganadora del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, nos desvela cuáles son sus secretos neoyorkinos sin importarle si se los arrebataremos algún día o no.

martes, 19 de junio de 2012

El tan añorado AVE

¿Quién nos iba a decir, hace dos años, que podríamos viajar de Valencia a Madrid en 90 minutos? Pues en pleno siglo XXI y con unos cuantos años de retraso, todo hay que decirlo, ese sueño se ha hecho realidad. El AVE llegó a Valencia, porque en Madrid estaba instaurado desde hacía 20 años, en un momento de máxima tensión política entre los principales partidos de 'la terreta'. Todos, y cuando digo todos, quiero decir que no se libra nadie, querían anotarse el tanto de la llegada de la Alta Velocidad Española a la capital del Túria. Y mientras tanto, el bulgo, el que iba a mantener, sufragar y pagar el trenecito, asistía atónito a una batalla sin cuartel por un puñado de votos.

Pero dejemos las minucias políticas a parte que lo único qué hacen es enturbiar una bonita historia cuyos principales ingredientes son la tecnología, el turismo y la velocidad.

Porque otra cosa no tendrá, pero de velocidad, el AVE entiende un rato largo. El majestuoso convoy que atraviesa los paisajes manchegos que tan bien describió Cervantes en el Quijote, alcanza los 300 km/h. Y además Renfe, quiere presumir e impresionar a a todos los pasajeros, señalándotelo, como el cuentakilómetros de un F1, con números amarillo fluorescente, en unos paneles colocados en todos los vagones y a la vista de todos los ocupantes.

Pero a pesar de lo que corre el trenecito, nadie en su interior percibe esa sensación de velocidad vertiginosa. No. Dentro, entre los tapizados, la comodidad de sus asientos y las ventanas panorámicas, lo que se nota es una sensación de relax o de paz. Como si en lugar de viajar de una ciudad a otra por el motivo que sea, Renfe te estuviera regalando una travesía por lo más profundo de esta España mía, esta España nuestra.

Pero ahora los valencianos no solo podemos viajar hasta Madrid por las vías del tren como único destino. Renfe, por fin, nos ha acercado a las costas andaluzas, a los bellos paisajes del sur de nuestro país, a la ciudades dónde reina la alegría y el jolgorio. Porque ahora, a menos de 4 horas, podemos plantarnos en Sevilla, en Málaga o en Córdoba. Los tentáculos de la red de ferrocarriles españoles va alargándose hasta tocar con sus dedos más y más capitales patrias. Dentro de poco será Barcelona. Y dentro de otro poco, Zaragoza. Así hasta conectar con todas las ciudades que dispongan de un andén para que el AVE pueda llegar y así viajar para conocer, más y mejor, las entrañas de nuestra tierra.

Puede que los precios para poder disfrutar de una viaje o trayecto en AVE, se escape de la mayoría de los bolsillos. Aún me rechinan en los oídos aquellas palabras de la alcaldesa Barberá qué decía que, gracias al AVE, una familia de Madrid, podría venir a Vañencia a pasar el día, degustar una paella y disfrutar de las playas. Desafortunadas fueron aquellas declaraciones porque si hacemos un pequeño cáculo y si suponemos que esa excursión la realiza una familia madrileña de cuatro miembros, a razón de 100 euros el billete de ida y vuelta, más los 80 euros que cuesta comerse un arroz en la costa levantina, ese 'pasar el día' puede salir por unos 600 euros. Es decir, que una semana en Punta Cana, con la pulserita del todo incluído, vale lo mismo que 5 horas en Valencia.

¿Veis? Ya lo he vuelto a hacer. Es que es meter a un político por medio y dispararse la Prima de Riesgo.

En fin, quedémonos con la parte positiva del asunto y es que, cuando todo aquel que viaja en AVE por primera vez, baja de sus vagones, ya sea en Atocha o en la novísima estación valenciana de Joaquín Sorolla, diciendo que “esto es una maravilla” será porque algo bueno debe tener el 'trenecito veloz'. Y esta comprobado que a la mayoría, nos ha robado el corazón.

Más información en:


ttp://www.renfe.com/


lunes, 11 de junio de 2012

Os doy la bienvenida

Bienvenidos a mi blog. Un nuevo rincón en esto del ciberespacio en el que escribiré, sobre todo, de los lugares del mundo que a mí más me pueden llamar la atención. No pretendo ser una guía especializada de viajes ni un gurú del turismo. No. Mi pretensión es mucho más humilde.
Me gustaría que mi bitácora fuese una ventana a la que asomarse en el caso de que los lugares que yo comento, vosotros no conozcáis o en el caso de sí haberlos visitado, volverlos a disfrutar. Porque, aunque se diga por ahí que al lugar dónde se ha sido feliz no se debiera jamás tratar de volver, creo que si has vivido alguna experiencia maravillosa en algún sitio ¿por qué no regresar para intentar degustarla de nuevo?
Pero no solo de viajes se alimentará este blog. También se escribirá sobre moda, gastronomía, cultura y todo lo que, a unos pocos elegidos, nos puede hacer feliz. Porque ya estoy harto de crisis, primas de riesgo y rescates que lo único que hacen es complicarnos la vida.
Así es que, acompañadme en esta pequeña aventura, que la existencia ya es un poco perra y encontrad en este blog vuestro particular resquicio de tranquilidad.
Mis últimas vacaciones en Cala Blava, Palma de Mallorca, Baleares. España
Gracias