Todos tenemos un paraiso
al que nos gusta escaparnos cuando queremos huír de la rutina. Un
lugar en el que dejarnos caer de vez en cuando cuando necesitamos
tranquilidad, en el que disfrutamos y saboreamos cada minuto de
nuestra existencia. Pero sobre todo, un sitio donde somos felices y
deseamos que el tiempo no se detenga jamás. Ese lugar mágico para
mí es Palma de Mallorca.
A la isla más grande de
las Baleares llegué un poco de casualidad el verano pasado. Ante una
situación profesional y personal un tanto especial decidí hacer las
maletas, cargarlas en un barco y marcharme de mi Llíria natal para
buscarme la vida. Y la verdad es que no la encontré, pero a cambio, la Isla me regaló
uno de los mejores veranos que he tenido hasta el momento.
Conocí a gente
estupenda, vi auténticos espéctaculos naturales y me dejé llevar
por el ambiente que se respira durante el estío en la Isla, un ambiente que
nunca había experimentado. Viví en el barrio de Génova, una zona
muy tranquila de la parte alta de la capital, muy cerca del palacio
de Marivent y de Cala Major, una playa urbana pero que no tenía nada
que envidiar a cualquiera de las maravillosas calas que posee la isla
de Mallorca.
Las Baleares (he estado
en todas menos en la isla de Menorca) te ofrecen un abanico de
posibilidades en verano que muy poco lugares en Españe pueden y
poseen una belleza casi única. Pero la isla de Mallorca, que es la
que más conozco, es asombrosomante maravillosa y además, de las más
completas. Desde la bahía de Palma, donde los cruceros de turistas
se mezclan con las luces de neon que inundan el paseo marítimo,
hasta el cabo de Formentor, todo un regalo para todos los sentidos
por ese azul intenso del mar Mediterráneo que parece acercarte al
cielo.
Pero hay un par de
lugares que la hacen especial y en los que me encuentro muy agusto
cada vez que he ido. Sitios únicos por su entorno, por su
gastronomía, por su tranquilidad, por su magia o porque allí he
vivido momentos únicos. Lugares que me apetece compartir con
vosotros porque quiero que si alguna vez viajais a Mallorca, sintais
la misma felicidad que yo.
Playa de Ses Covetes. Es
la hermana gemela de la playa de Es Trenc y la más desconocida. Más
salvaje y virgen, esta playa situada en Campos tiene 200 metros de
longitud y 60 de anchura. Pero a pesar de estas medidas es la más
pequeña de las tres que conforman la Ensenada de Sa Rápita.
El color rosa, un sombrero y unas buenas gafas de sol te protegerán del sol y del calor cuando vayas a la playa |
Playa de Ses Covetes |
Tiene zonas no
delimitidas donde se puede hacer nudismo y está flanqueada por dos
chiringuitos, un tanto caros, pero que te pueden salvar ante un
momento de necesidad hidríca. Sus aguas son transparentes en la
orilla, pero conforme te vas adentrando el color turquesa se vuelve
azul intenso.
Una gama cromática que
contrasta con el color de la arena blanca y que da paso a un bosque
de pinos y flora auténticamente meditarránea. Es decir, Ses Covetes
es una playa idílica para poder pasar una jornada playera con la
pareja, con los amigos, la familia o incluso solo.
Intentando tocar el cielo en Ses Covetes |
Vista del mar desde el Panorámica |
Escaleras que dan al mar en el Panorámica |
Tiene dos piscinas, una
grande y otra más pequeña, para poder refrescarte si no quieres o
no te apetece adentrarte en mar abierto. Todo un placer para los
sentidos, sobre todo para los que nos gusta quedarnos pensando en
nuestras cosas mirando fijamente al horizonte. Un horizonte
impresionante como el de la bahía de Palma.
Una de las piscinas del Panorámica |
El Peñón. Es un
restaurante que te permite cenar o tomarte una copa viendo uno de los
atardeceres más bellos de España. Posee una terraza sobre el mar
que te da la sensación de estar nevegando y de tener todo el
Mediterráneo a tus pies. El Peñón, antes conocido como El
Infierno, es un local que está el Coll d'en Rabassa y tiene un
ambiente chill out perfecto para relajarte y tener la sensación de
que estás disfrutando de la vida.
Puesta de sol desde El Peñón |
El casco antiguo de
Palma. Todo un centro histórico presidido por la majestuosa Catedral
de Palma que consiste en un templo de estilo
gótico levantino construido a la orilla de la bahía de Palma. Se
asoma al mar sobre las murallas romanas y renacentistas que protegían
a la ciudad, siendo la única catedral gótica que cumple con esta
peculiaridad.
La Catedral de Palma |
Sus
callejuelas estrechas en las que abundan fantásticos edificios
antiguos, son un lugar perfecto para perderse y callejear. La única
recomendación es que se haga sobre las 19 horas porque el sol y el
calor en esa zona de la ciudad es asfixiante.
El look navy combinado con un complemento coral es la mejor opción para pasear por el casco histórico de Palma
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Mallorca en
general es un lugar para que los sentidos disfruten, para gozar y ser
feliz. Mallorca es un lugar al que quisiera volver cada verano para
recordar aquellos meses de 2011 en los que fui muy feliz.