Me enteré por casualidad, leyendo el
último número de la Vanity Fair, que la Fundación Mapfre había
organizado una exposición en la que se mostraría una amplia
representación de la obra de Jean Paul Gaultier, uno de los mejores
modistos franceses y abanderado de la Alta Costura gala que existen
en estos momentos. Como ya hicieron a principios de este año con
Yves Saint Laurent, la muestra tenía pinta de convertirse en uno de
los acontecimientos más esperados de Madrid, por todo lo que rodea
la exposición en sí: glamour, estilo, arte y gente guapa y amante
de la moda y que ve esta industria, no como algo frívolo, si no como
un estilo de vida.
La rueda de prensa de esta mañana ha
supuesto un lleno total en el aforo de la sala dónde se ha celebrado
porque se ha superado, con creces, las 166 personas caben en al
auditorio que la Fundación Mapfre posee en su sede madrileña. Todos
querían ver al maestro de cerca, escuchar todo lo qué tenía que
contarnos sobre su oficio y formar parte, aunque fuese de una manera
un tanto efímera, del particular universo que Gaultier ha creado a
través de sus corsés, ligueros y vestidos imposibles que lo han
catapultado a lo más alto de la Haute Couture francesa.
Con 15 minutos de retraso (las
verdaderas estrellas siempre deben hacerse esperar) ha entrado Jean
Paul Gaultier en la sala, vestido completamente de negro, con el pelo
teñido de ese rubio platino que tanto le caracteriza y con una
sonrisa de oreja a oreja de quien se sabe protagonista y los
disfruta. Ha saludado a diestro y siniestro con lo que ha dejado muy
claro que él no es un modisto estirado y que, como las grandes
folclóricas, se debe a su público. Un público que esta mañana
estaba postrado a sus pies.
Pronto le han dado la palabra. Tras una
breve presentación de Alberto Manzanos, presidente de la Fundación
Mapfre, el modisto ha comenzado un dicharachero monólogo en
italoespañol, ya que mezclaba ambos idiomas, sobre lo agusto que
está en España, lo mucho que le gusta nuestro país y todo lo que
admira de nosotros; como la gastronomía o los toros, que tanta
inspiración le han regalado.
El público asistente, que estaba
compuesto por periodistas, miembros de la Fundación Mapfre, bloggers
de moda y algún que otro curioso, estaba embelesado por las
explicaciones de Gaultier. Ha hecho un repaso por sus iconos y de qué
manera los creo o cómo fue su relación con Pedro Almodóvar con el
que ha colaborado en 'Kika', 'La mala educación' y 'La piel que
habito'. Ha confesado ante sus incondicionales qué supuso la
influencia de su madre y de su abuela a la hora de desarrollar su
creatividad en el diseño. Una impronta, la de las figuras femeninas
de su familia, que ya nunca lo han abandonado.
Jean Paul Gaultier ha dejado bien claro
que nadie como él, ha sabido y sabe entender a las mujeres. Que las
ha liberado de una manera como nunca antes un diseñador había
hecho. El 'enfant terrible' de la moda francesa ha sido provocador y
un tanto polémico a la hora de diseñar y mostrar su arte con la
aguja y por eso, mujeres tan controvertidas como Madonna se han
dejado querer por los diseños de Gaultier, quedando para los anales
de la historia de la moda, aquel fantástico corsé rosa palo que 'la
reina del Pop' utilizó en su Blond Ambition Tour en 1990.
Pero la prensa allí acreditada no solo
nos hemos llevado a nuestras casas el recuerdo de haber compartido,
por unos momentos, un mismo espacio con un genio de la moda como es
Gaultier. La Fundación Mapfre nos ha regalado a todos y cada uno de
nosotros, la edición española del catálogo dedicado al modisto
francés, publicado por el Museé des beaux-arts de Montreál y en
cuyo interior se pueden admirar trabajos y fotografías de grandes
nombres como Warhol, Erwin Wurn o Mert & Marcus así como
entrevistas a personajes tan ligados al mundo Gaultier como Catherine
Deneuve, Helen Mirren o Martin Margiela. Toda una joya que ya
descansa y reposa en mi estantería a la espera de ser admirada tantas
veces como quiera y necesite.
Jean Paul Gaultier nos ha ganado a
todos con su cercanía, su simpatía y su carisma. Algo que hemos
agradecido los que hemos ido a conocerle y verle de cerca y que nos
ha dejado un buen recuerdo. Ahora solo queda admirar, tranquilamente,
la exposición.